Esa niña a la que odio que me cae demasiado, demasiado pesada. Es tan manipuladora, tan malcriada, tan arrogante.
Esa niña a la que odio se pasea y juega con sus muñecas y pretende ser una niña-buena, pero cuando le das la espalda te da una buena patada en el culo.
Esa niña a la que odio ya sabe insultar, y lo hace de mala manera, te dice insultos que ni yo podría decir, ella se vuelve buena cuando su madre está cerca.
Esa niña a la que odio es una entrometida. Ella suele interrumpir todo lo que hago y simplemente lo destroza.
Esa niña a la que odio siempre me exaspera porque siempre hace cosas que a uno lo sacan de su lugar, siempre despiertan mi furia y mi sinrazón.
Esa niña a la que odio desbarata y desordena todo lo que amo, todo lo que yo quiero llegar a conservar.
Esa niña a la que odio tiene el control total de la situación, porque todos piensan que por ser aún una infante entonces dice la verdad, y es inocente, no se dan cuenta acaso de que ella es perversa y tiene malas intenciones.
Esa niña a la que odio también me tiene cólera, porque yo a ella la pongo en su sitio y porque yo soy el único que se atreve a enfrentarla. Porque a mi esa cara de niña-buena no me funciona, porque sé lo que ella esconde detrás de esa mirada.
Esa niña a la que odio está ahora a mi lado sonriendo, y yo no sé que querrá ahora, pero sé que no es nada bueno.
Esa niña, Esa niña, y lo peor de todo es que es parte de la familia.