domingo

Cuento nocturno (II) - Me iré


Y así es como ella terminó por irse. Regresé a casa y vi su foto. Lloré sobre ella. Tiré el cuadro y volví a llorar. Ahora, tras todo este tiempo, ella está más ausente que nunca. Entonces, al ver esa cama vacía, sé que todo acabo. Al ver que esas sábanas ya no cubrirán más tu cuerpo, empiezo a recordar. A mi mente vienen esos momentos que nunca me dijiste, y que yo, muy tonto e imaginativo, tuve que intuir.

La ciudad te dio la espalda mucho tiempo, pero tú no te rendiste. Por primera vez en tu vida querías algo, un lugar. La vista no era hermosa, y la zona estaba llena de rateros y prostitutas gordas, pero es lo único que tenías. Llegaste a acostumbrarte.

Toma, esto es para ti, pensé que te gustaría. Era de madera gastada, sin barnizar, y parecía sacada de un basurero, pero venía con tu foto, y solo por eso lo recibí. Estabas mirando hacia el lago, y tu cabello rubio no se distinguía por el blanco y negro de la imagen. Me lo tomó un estudiante, dice que le parecía linda. Y no solo eras hermosa, eras mucho más, eras especial.

No llevaste ninguna foto de tus padres. No querías recordarlos, y eso le extrañaba a Amanda, tu compañera de cuarto. Venía de España en intercambio estudiantil. Ella solía fumar marihuana todos los días, y es así como comenzó tu adicción. Dejaste que te consumiera lentamente. Y tras ser encontrada cerca a un río, descuidada, y confundida, juraste no volver a ver a Amanda. Esa era la segunda vez que querías algo, tu vida.

Quiero que apagues eso. Eso no sonó como una petición, sino como una orden. Apagué el cigarrillo que me disponía a fumar, y te abracé. Esta vez no me querías cerca. Mi hedor a humo te alejó. Te paraste de la banca, y te fuiste caminando. Siempre, y recuerda esto, siempre serás un enigma para mí.