Desde hace 4 meses que mis mañanas son cada vez más pesadas. Desde hace 4 meses que mis noches son de día, y mis tardes son mi noche. Desde hace 120 días que soy, como dicen, un "lechucero". Desde hace 16 semanas que trabajo de madrugada, y saben que, es demasiado para mi.
Al inicio es divertido, toda esa onda de: trabajo de noche y tengo todo el resto de la mañana y tarde para hacer lo que sea. Sí, así fue en los primeros 2 meses pero, luego de terminada la luna de miel, se ha vuelto demasiado pesado. Incluso para alguien que tiene 23 años.
En las últimas semanas me ha resultado difícil siquiera dormir. En los últimos días he hecho de todo para ir a trabajar. Escuchar música, tomar 2 cocacolas diarias, incluso llegue a tomar un red bull, con lo perjudicial que eso es para mi cuerpo. Bueno, en los últimos días lo único que me ha ayudado a levantarme para ir a trabajar es la música. Sí, la música y mis pensamientos de: huevón, tienes que ir a trabajar, celebra que tienes trabajo. Y saben qué, esa vocecita en mi cerebro tiene razón.
Les cuento como han sido mis mañanas en todo ese tiempo:
Salir del canal cuando no hay nadie en la calle. Aunque sí, las únicas personas que están en la calle son pocas pero hay. Primero están las señoras regordetas y cucufatas que, enfundadas en ropa deportiva, tienen por hobby levantar la mierda que sus mini perros con ladridos chillones, dejan en toda la acera. Luego están los apresurados, que son aquellas personas recién bañadas y sin desayunar, que, a pesar de que han salido con 20 minutos de anticipación, siempre llegan tarde a sus trabajos. Y por último están los borrachos de la esquina de siempre. Sí, esos seres inofensivos y extraños. Siempre saludando a la pared, siempre intentando ser rudos. Así son mis mañanas últimamente. Y espero que terminen. Ya no quiero más trabajar de madrugada, al menos no por un tiempo.