Ella se levanta, se acomoda el cabello, lo amarra en una coleta y alisa ese vestido blanco que le dio su abuela. Yo aún quiero seguir echado, y que ella esté aquí a mi lado. Ella va a la cocina y yo veo cómo se aleja. Voltea y me dedica una tierna sonrisa. Regresa con dos tazas de chocolate. Se sienta a mi lado.

Ahora me pasa un regalo que me mandó mi padre. Él siempre tiene malos gustos, siempre suelen ser agendas o cosas de señores viejos que yo termino por desechar. Pero esta vez, él coincide conmigo. Es una remera, un remera extraña pero bonita. Ella me mira curiosa y pregunta por qué miro tanto a la remera. "Mi papá nunca me regala cosas así".
Ella abre otro regalo. Este es de su hermano menor. Es una agenda. Una extravagante agenda. Lo abrimos y vemos que todo está en alemán. "Él quiere que aprenda alemán", yo me río del regalo. Ella me pasa uno para mi. Es de ella. Es una caja pequeña. Es algo liviana. "Ábrelo".
Con cuidado rasgo el papel. Voy desenvolviéndolo. Destapo la caja. Dentro hay un corazón de papel. Y en el fondo una nota. "Mi corazón es tuyo". Yo volteo, la miro y ella viene y me besa. Tú eres el regalo que esperaba.