Ella avanza y suelta su guitarra rota y descompuesta. Se sube la blusa, y no comprende dónde está. Solo sabe que antes que perdiera la conciencia todo era un caos, una conmoción, una fiesta.
Ella mira a todos lados y solo ve gente ebria, vasos rotos y algo de sangre derramada. Vuelve a cerrar los ojos para recordar qué ha pasado, qué ocasionó todo esto, pero no logra recordar y solo le duele más la cabeza. Juliana está confundida.
Luego atina a caminar y lograr escapar de esto que parece un sueño mal hecho, una travesura de Morfeo. Juliana se coge el cabello y siente algo pegajoso en él, qué podría ser. Es sangre. De quién, de ella, acaso del tipo que estaba al costado de ella y ahora luce moribundo. ¿Cuánto tiempo habría permanecido inconsciente?
Juliana alcanza una ventana y mira por ella. Ese sol traicionero la ciega y la hace pensar: "¿Qué hago aquí?". Y entonces recuerda a su amiga, Amanda. Voltea y no la ve. La busca con la mirada, pero solo alcanza ver viejos ebrios que tienen la panza descubierta.
Y cuando ve hasta donde ha llegado entonces recuerda a su padre. Él siempre lo apoyaba, pero ahora una lágrima recorre su rostro porque se da cuenta de que él no está aquí, ya no más, porque un ebrio con un carro se lo arrebató. Y ella no pudo hacer nada. Simplemente escapó.
Juliana mira la hora. Es hora de escapar.
Y cuando ve hasta donde ha llegado entonces recuerda a su padre. Él siempre lo apoyaba, pero ahora una lágrima recorre su rostro porque se da cuenta de que él no está aquí, ya no más, porque un ebrio con un carro se lo arrebató. Y ella no pudo hacer nada. Simplemente escapó.
Juliana mira la hora. Es hora de escapar.