Me faltan agallas para decirle de verdad lo mucho que la amo, para decirle que sin ella mi vida quizá sería muy rutinaria.
Me faltan agallas para enfrentarme a ese huevas tristes que fue mi amigo. Y que ahora se ufana de seguir siéndolo.
Me faltan agallas para salir a explorar el mundo, para poder coger mis maletas y no estar sentado aquí escribiendo.
Me faltan agallas para poder enfrentar el futuro, porque yo quiero un hijo pero los demás dicen que no debo, que aún no maduro, ellos no entienden que quizá mi mayor sueño sea tener un hijo.
Me faltan agallas para embarcarme en una aventura sin retorno, para abandonar a mis padres y vivir a mi manera.
Me faltan agallas para poder enfrentar mis miedos. Miedos que con el tiempo van cambiando, y que al final solo se convierten en temores.
Me faltan agallas para estudiar. Ya lo hice por un buen tiempo, y ahora solo me da flojera.
Me faltan agallas para terminar de escribir una novela. Siempre las comienzo, me entusiasmo y termino tirando las libretas por cualquier lugar.
Me faltan agallas para decirles sus verdades a esas personas que me caen mal. Porque me gusta más odiarlas en secreto, maldecir sus miserables vidas y que se pudran en ellas.
Me faltan agallas para dejar de escribir. De alguna manera esto me mantiene vivo, me desfoga de todos mis problemas.
Me faltan agallas para terminar trepando un cerro y gritar lo más fuerte posible. Para poder soltar todo lo que siento dentro.
Las agallas son algo difícil de obtener, pero al final sé que las tendré. Sé que podré derrotar a todos. Porque cobarde no soy.