
Vivo, por ahora, rodeado de cartones, cajas inservibles que intentan guardar y ocultar su contenido de ojos enemigos. De miradas de aquellos que no se merecen mi respeto. Sobrevivo cada tarde, porque mi vida normal acaba cuando el sol brilla, porque mi vida termina cuando atravieso esa puerta oxidada, cuando veo a ese tipo, y cuando él hipocritamente me saluda con la mirada.
Y yo veo a esas personas grises, que anhelaron toda su vida esto, algo que para ellos es un sueño, uno utopía que no va a acabar muy pronto.
Porque siempre atravieso ese pasadizo, y siento como todos observan mi caminar y sé que dentro de ellos se burlan de mi, y ellos tienen una carcajada cruel, que me enferma, que me enfurece. Que te marea.