domingo

Cobarde

Dices que soy valiente, pero yo creo que soy cobarde. No me creo eso, y lo dices solo porque vivo solo y ya dejé la comodidad a la que me tenían acostumbrados mi padres. No, no. Soy cobarde porque no puedo defender a nadie. Ponte en este escenario, si viene un ladrón, y que no tenga cuchillo ni nada adicional que solo sus puños, no creo que yo pueda hacerle frente a él. No, al contrario, mis piernas se harían de gelatina y terminaría por darle mi dinero a cambio de que se vaya sin hacernos nada. Por eso soy cobarde, porque no me atrevo a cosas tan simples como decirte cuánto te quiero. Aunque más que cobarde eso me hace inseguro. Inseguro de una manera terrible. Inseguro de una manera garrafal, y espantosa. No soy valiente porque mis padres me criaron así. Porque no dejaron que camine solo por la vida. Porque yo a mis 17 años decidí ya no hacerles caso y quise conocer el mundo de verdad.

Soy cobarde y más aún soy aniñado. Porque mis hermanas me protegieron hasta mi pubertad. Porque dormí junto a mi madre hasta los 12. Porque me asustan las ratas, y tengo que admitirlo, me subo a la silla y cojo mi escoba para poder ahuyentarlas. Soy cobarde porque ya han pasado tantos años y tengo miedo de ir al médico a que me diga la enfermedad terminal que creo que tengo. Soy cobarde porque cada vez que veo a mis padres y los dejo  solos, allá en esa casa, regreso llorando.


No soy valiente, y no me lo repitas, porque no me lo voy a creer. Tengo miedo de muchas cosas, pero igual dirás  que eso es normal, pero no, para mí eso es cobardía. Soy gallina, y detesto serlo.