miércoles

Insomnio y miedo

Hace días que no duermo bien. Hace días que las ganas de seguir soñando se han ido. Hace días que despierto cansado, somnoliento y con ganas de no levantarme de la cama.

Todo comenzó desde que recibí esa noticia, esa noticia que esperaba llegara desde hace mucho, pero llegó de una forma extraña, distinta y con sorpresa incluida.

¿Te sientes listo? Dije que sí, estaba convencido que sí en ese momento. Luego de cruzar la puerta y darme cuenta de lo que había pasado, de lo que estaba por pasar, la realidad y la fatalidad me golpearon directo. Mi cara de estúpido se dibujó, otra vez.

Lo primero que se me ocurre para describir como me siento ahora es: miedo. No miedo a no estar listo. Tengo miedo a defraudar todos, a darles la razón a aquellos que no confían en mi y que digan: jaja, sabía que era muy joven. Pero el mayor miedo es... miedo a defraudarme a mi mismo. A desmoronar la fe y la autoestima que había estado recuperando en el último año.

Volveré al lugar que una vez dejé en busca de paz. En busca de un poco de silencio y respiro. Volveré con los roles invertidos y con una carga aún mucho más pesada. ¿Estás listo? Ahora mismo: no lo sé.

Hay una parte dentro de mi, una vocecita que quiere vencer esos demonios. Su voz aún es débil y debe luchar con los gritos de la otra parte. A veces me siento a escucharla y me dice: no tienes miedo a no estar listo, tienes miedo a salir de tu zona de confort. Qué pena por ti, eso nunca te ha detenido... ¿Por qué ahora sí? ¿Qué te pasó, en qué momento cambiaste y te volviste débil? Sal, enfrenta, vive, cagala (no tanto), aprende y sigue. Confío en ti, confío en lo que hemos construido todos estos años. No sé si puedas hacerlo, pero al menos antes lo intentabas y no decías tener miedo. Déjame hablar más fuerte. Déjame vencer y cree más en ti. 


Insomnio y miedo. Insomnio y miedo. Insomnio y mied... Ahora, solo insomnio.