Me molesta la burocracia reciclada, mi pedantería asolapada y las conversaciones aburridas. Me molesta que me digan sobrenombres estúpidos como "flaco", "chino" o "causa". Me molestan los libros de autoayuda que profesan la felicidad eterna, me molestan los mensajes de "canjea esto" o "aprovecha ya". Me divierten los arribistas, los sobones y los orgullosos. Me divierta también el entusiasmo temporal de los hinchas peruanos a su selección de fútbol. Amo caminar bajo la lluvia. Detesto las fotos de sonrisas forzadas, odio, y esto lo recalco, odio la salsa, la odio por su simpleza y por su monotonía.
Detesto que me despierten, y claro, amo dormir hasta el mediodía. Me jode retrasarme, y peor aún, me jode que otros me retrasen. Odio las mentiras. Odio a los vulgares. Detesto la lentitud. Amo la belleza. Me gustan los atardeceres con vino y las noches de cerveza.
Me gusta leer en los buses y me incomoda leer en las bibliotecas. Odio no almorzar. Detesto la rutina, por ende, detesto los horarios. Odio la gente vacía y superficial. Amo el periodismo y detesto ser inútil e invisible. Me gusta viajar solo. Detesto esperar. Amo a mis padres. Me gusta cantar en la soledad de mi cuarto. Y claro, la amo a ella.
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