Discutimos sobre qué tema haríamos, teníamos una gran carta temática: Tribus adolescentes urbanas, Disfunciones mentales, Talento callejero, y Bares de antaño...nos decidimos por el último (era el único con el cual coincidiamos), de modo que nos lanzamos a la búsqueda de entrevistas, de los bares, y de material que nos ayude...y este es el resultado final...(cabe recalcar que es la primera parte)
PASOS BOHEMIOS DE ANTAÑO
Cuando caminas por Lima tienes una sensación extraña, ver las calles recuperadas, el comercio, el turismo y la cultura que, poco a poco, trata de ensalzarse otra vez.
Cuando tus pasos se pierden más, renace ese anhelo por encontrar un lugar donde pueda sentarme y conversar, acto que hace muchos años, iniciaban los antiguos bohemos –los verdaderos- . Siempre buscando un lugar donde su arte pueda florecer, y, es que eso son los bares. Centros de cultura, experiencia, recuerdos que resurgen y en casos lamentables, que se pierden con el tiempo y con el olvido de los limeños.
Desde el Cordano hasta el Bolívar, desde la Catedral hasta el Negro-Negro, todos puntos ineludibles de diversión y cultura, y hoy… puntos casi olvidados e inexistentes en la capital. Animémonos a dar un recorrido, a recuperar los pasos perdidos de los bohemios y a tomar una copa, una copa en nombre de la cultura y la tradición.
CIEN AÑOS SIN SOLEDAD
Bajando por la Avenida Abancay, cruzando por la Basílica de San Francisco, seguimos por el jirón Ancash –antes, Rastro de San Francisco- , al frente de la Estación de Desamparados, encontramos un bar. En un país donde casi nada dura mucho, donde la dejadez y el abandono por parte del público hacen que muchos locales históricos y de gran cultura cierren sus puertas para siempre, el bar Cordano, resiste y persiste en el tiempo.
Los dueños originales dejaron al restaurante-bar como herencia a sus sobrinos, Antonio y Luis Cordano, pero los ilusos jovenzuelos observaron que el negocio “iba mal”, así que se aseguraron el bolsillo y decidieron venderles el local a los mozos, de modo que desde 1978, los 16 mozos no se cansan de empujar esa tradicional puerta de vidrio.
Con más de cien años cumplidos, el Cordano está en pleno renacimiento. “El negocio anduvo muy malo hace algunos años, pero poco a poco nos hemos ido recuperando”. Jacinto López, gerente y cajero, percibe con optimismo lo que puede venir de ahora en adelante. El bar, considerado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Cultura (INC), ha sido parcialmente reparado (iniciativa del alcalde Luís Castañeda) y ellos, los 16 socios, tienen muchas ganas de seguir la lucha. En el Cordano se han escrito, o tal vez tejido diversas historias, desde Martín Adán que pedía una cerveza antes de escribir en sus servilletas, también la incomparable Chabuca Granda que cenó ahí innumerables veces, hasta el revolucionario Ernesto “Che” Guevara, descansando de tanta lucha social. Por la cercanía a Palacio también han asistido presidentes, se recuerda a Fujimori, tomándose una gaseosita, y al joven Alan García embutiéndose con el sabroso tacu-tacu.
“Aunque dudo que el bar aguante cien años más. Para empezar, habría que fortalecer todo el inmueble”, refiere Jacinto López. En efecto, el Cordano ocupa el primer piso de un edificio que en sus dos plantas de arriba acogió al desaparecido Hotel Comercio, y la estructura ha sido severamente atacada por la humedad. “Ojala que se pueda hacer algo más adelante, porque sino se corre el riesgo de que todo se venga abajo”. Indeseable eventualidad que debería evitarse por todos los medios posibles. Pues el Cordano, con su terco empeño por la vida, no merece que lo maten.
Negro-Negro, un nombre casi exacto para un bar, ya que en su oscuridad se pudo desarrollar los grandes encuentros de los 50´s. Frente a la Plaza San Martín, entre los portales hoy casi olvidados, una reja y una escalera nos conducen a sus profundidades. Hoy el Negro-Negro ya no está, pero en lugar de el está el Café-Bar De Grot, que en la traducción del holandés significa “la cueva”.
La oscuridad de la plaza nos da un aspecto mágico, y en las entrañas del reciento nos recibe la música casi mística, un pacífico ambiente donde encontrarse un rato a solas consigo mismo, con los demás y con las artes.Alto, delgado, de cabello largo, barba y lentes, que lo hacen ver intelectual, un joven de mediana edad, con un cigarrillo inseparable de su mano; de voz calmada y notable amabilidad, es obvio que esas características formen parte de él, es Martín Bohórquez, propietario del bar. Nos cuenta que el “De Grot”, nació por la idea conjunta de un amigo, quien en estos momentos ya no se encuentra en el Perú. Esta idea fue recrear un espacio donde se pueda apreciar música, pintura y “donde se pueda leer un libro”. Es así, que, después de un período fuera del Perú, pagando desde el extranjero el alquiler, puede tener hoy a este bar.
Pero no todo queda allí, la verdadera pérdida del “Negro-negro” se dio antes de que Bohórquez llegara a encontrarlo, el espacio estaba tomado por los punks, se podía encontrar basura y lo único que tenía de “Negro” –además de la presencia de estos grupos- era las paredes pintarrajeadas de dicho color.
Hoy, el “De Grot” nos brinda un ambiente cálido, donde se puede pasar un buen rato a solas o en compañía de amigos. Siempre, manteniendo esa tradición de la cultura en los bares, siendo motor de los nuevos artistas y bohemios, que tienen un lugar donde albergarse.
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